Hola navideñas y navideños taradades…
Esta semana entramos en la recta final del año y el mundo entero se apresta en masa para celebrar la Navidad y el año nuevo. Hoy, los comerciales de televisión invitan a la gente a ir a las tiendas para hacerse de “deseos navideños” que básicamente son regalos, pero como en este mundo donde a los negros se les dice afroamericanos, a los vagabundos persona en situación de calle, ahora, los regalos son…deseos. En fin.
Quiero mandar un mensaje de fin de año a través de esta columna a todos esos seres humanos que viven ese infierno en la tierra llamado familia que, por favor, dejen tranquilas a las personas como yo, que vivimos en ese oasis llamado soledad. No es necesario sentir lástima y menos pena por quienes hemos decidido pasar las fiestas de fin de año en el más absoluto ostracismo humano, es decir, solos.
No es necesario en insistir en invitaciones a sus casas donde pasarán la noche buena rodeados de “seres queridos”, que lo único querido es que se vayan luego a sus casas con sus bolsas plásticas llenas de “deseos”. Esos “deseos” que en la semana serán cambiados por otros “deseos” gracias al bendito ticket de cambio.
No es necesario que inviten a los corazones solitarios a comer pavo seco con un horrendo puré de papas y manzanas, rodeado de niños gritando: ¡¿y a qué hora pasa el viejito pascuero?! No es ser antisocial, ni nada por el estilo, es simplemente haber elegido el camino de la austeridad y la contemplación lejos del infernal ruido de villancicos: ¡Qué nefasta música! Los villancicos son a la música, lo que los libros de Paulo Coelho a la literatura.
Y como veo que me siguen llegando invitaciones para pasar nochebuena con una familia prestada, aceptaré la invitación y llevaré de regalo libros pirateados de Coelho para los adultos y pilas sin juguetes para los pequeños.
JoJoJo.