La Rubia Tarada

No entiendo a los que hacen lo mismo que yo hice ayer…

Hola taradas y tarados

Les contaré que hace un par de años vivo con una perra de raza shih tzu que pesa 4 kilos, mide 40 cm de largo y 20 de alto.

Desde que llego a mi vida he tratado de enseñarle a mear y cagar fuera de la casa .Inútil tarea ya que todas las mañanas cuando me levanto y voy de la cama al living veo que sigue usando el sillón como baño.

Esto se repite todos los días, a pesar de mis esfuerzos por enseñarle a no hacerlo, la perra Lulú siempre hace lo incorrecto.

¿A pito de qué les cuento esta historia?

¿Qué tiene que ver este cuento de mascotas en una columna de rock?

Justamente a que hoy el mundo del rock se llenó de seres que sólo mean y cagan en el lugar correcto. No como antes, cuando los músicos y fans eran animales sin ley, donde a los conciertos se entraba saltándose la fila de los borregos que habían comprado su entrada y donde en las tocatas fumábamos y bebíamos escuchando a las bandas.

Esos paraísos del caos y la sordidez que eran los conciertos, hoy ya no son posibles.

Lollapalooza, una de las más grandes juntas “rockeras” del siglo XXI, no es más que un ordenado mall donde los espectadores “con el acento finito” se pasean mirando los escenarios/vitrinas y eligiendo así el producto que más les gusta. Incluso hay guardería infantil, con música infantil, para que los padres dejen a los niños mientras juegan a ser chicos malos y luego volver a Belgrano.

¿Dónde quedó la rebeldía rockera?

Sepultada por el veganismo, el inclusivismo, el correctismo, el ecologismo, el animalismo y el buenismo. Felizmente aún quedan algunos que no pertenecen a ningún “ismo”.

En Chile, el último rockstar que mantiene vivo el espíritu anárquico de antaño es el baladista Lucho Jara que vive donde quiere, hoy en Miami y mañana… mañana es mañana… qué importa. Luis hace lo que quiere, le importa un carajo la opinión de los demás y además se da el lujo de llenar sus conciertos donde canta canciones románticas, mientras que los que se supone debieran cumplir ese rol de rebeldes rockstars están saliendo de una clase de yoga para entrar a otra de meditación mientras toman un té chai del Starbucks.

Lucho Jara, como todo rebelde, se inició en el longevo programa televisivo chileno Sábado Gigante. Al cabo de algunos años, y cuando la fama era para él la normalidad, decidió no bancarse ese defecto, que no hacía juego en su cara, y se operó la nariz sin preguntarle la opinión a nadie.

Ya siendo un famoso cantante y en la cúspide de su carrera, el gran Lucho decide de un día para otro dejar su zona de confort en el canto y comenzar a animar programas de televisión en horarios estelares. No necesitaba hacer el camino largo que hacen los simples mortales para alcanzar la fama. Lucho, al igual que la estrella de belén, había nacido tocado por la luz divina.

El año 2004 Lucho tenía un show estelar en el canal 13 de la televisión chilena llamado (como no) Mucho Lucho, donde se dio el lujo de reírse del mismísimo Robbie Williams, convirtiéndose él en el protagonista de la entrevista y no el cantante inglés, cuyo mayor mérito musical es haber consumido hongos alucinógenos en la casa de Bono de U2.

Como siempre ocurre con los grandes personajes de la historia, los envidiosos mortales crearon una versión de ese suceso donde Luchó quedaba como un ignorante que no hablaba inglés, nada más lejano a la verdad. Tengo fuentes, las que no puedo revelar, que me aseguran que Luis Jara maneja el inglés mejor aún que la fenecida reina Isabel… de España.

Luis Jara es el último de los mohicanos en el ya extinto mundo rebelde del rock chileno.

Y en Argentina la historia es más corta: hace años, al ser consultado sobre quién la llevaba en el rock mundial, el verdadero y único pontífice de todas las iglesias, Charly García, respondió tajante: “Pimpinela”

Por lo que concluyo que:

Lucho Jara…
Pimpinela…
Y el rock…
NEVER DIE!!!

Hasta la próxima taradura.

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