Llegó diciembre, el mes donde se celebra el cumpleaños más importante de occidente y la llegada de un nuevo año que será exactamente igual al anterior, a pesar de las ya sabidas frases del tipo: “por fin se va este año de mierda”, “a dejar atrás todo lo malo”, “vamos que se puede”, etc.
Pero hablaré de la Navidad, donde se celebra el cumpleaños de ese ser mitológico llamado Jesús, que también usaba el alias de Cristo, para cometer sus fechorías que están relatadas en ese best seller de ciencia ficción llamado… la Biblia, cuyas páginas fueron muy usadas en los años 60, 70 y 80 para fumar marihuana.
Pues bien, cuando se acerca esta fecha de compras desatadas, muchos destacados opinantes de la tele, sobre todo, llaman a celebrar una Navidad con sentido, es decir, se celebra el cumpleaños de un personaje que odiaba a los emprendedores y los saca del templo a gritos. Hacía milagros del tipo: convertir el agua en vino, cuando se acababa el trago en las fiestas. Y resucitar a un “piojo resucitado” como Lázaro, en vez de usar sus súper poderes para terminar con la hambruna en el mundo, salvar al planeta del calentamiento global o convertir el vino en agua para salvar a la humanidad de la sequía.
Y llego hasta acá, porque tengo que ir a un mall chino a comprar regalos de pésima calidad para personas que realmente detesto.
Ding Dong Bells.