La Rubia Tarada

Alles Lüge (todos mienten)

¿Cómo están tarados y taradas del mundo?

Cuando lean estas palabras ya el planeta Tierra se encontrará en el año 2024. Muchos aún con la resaca que les provocó el excesivo consumo de alcohol en una noche, donde todos y todas, expresaron con absoluta convicción sus deseos que este año. Será mucho mejor que el que se va, que este será un año extraordinario donde reinará la paz en el planeta, la abundancia en las billeteras, la armonía en las relaciones humanas, etc.

Sólo he de recordarles que todos los 31 de diciembre, la humanidad entera se une para pregonar esa sarta de estupideces. Qué jamás de los jamases se cumplen. No es que este 1 de enero del 2024, Putin haya decidido llamar al humorista Zelensky para decirle que debido a que escuchó los deseos de paz de la humanidad entera va a poner fin a la guerra. O en la Franja de Gaza el líder de Hamas, Yahya Sinwar, haya decidido liberar a los rehenes capturados en una fiesta electrónica para caminar hasta Tel Aviv y estrechar entre sus brazos a Benjamín Netanyahu y crear el estado de Is-Tina (Israel y Palestina) donde judíos y palestinos vivaran en paz y fraternidad por los siglos de los siglos.

No taradetes, nada de eso ocurrirá. El mundo seguirá funcionando como siempre lo ha hecho, movido por el motor de la guerra, el odio y la oscuridad. Por ejemplo, en la película Nosferatu de Werner Herzog, hay una escena, casi al final, donde el pueblito en que ocurren los vampirescos acontecimientos se ve invadido por ratas que auguran un terrible futuro a sus habitantes. Estos, en un gesto de germánica cordura, hacen un festín de despedida mientras las ratas se toman las calles del villorrio. Ratas cuya putrefacta carne en el Berlín de 1944 fue usada en la cena de fin de año por los alemanes como reemplazo del tradicional festín de ganso. Los germánicos, el 31 de diciembre, escuchaban por la radio el mensaje de un enloquecido Hitler. Adolfo decía confiar en la entereza del pueblo alemán para defender la capital del asedio de los aliados y la inminente llegada del ejército rojo que no traería precisamente vodka y caviar como regalo.

En ese entonces, había un chiste muy popular entre los berlineses que decía: “sé práctico, regala un ataúd”. Y todos ya conocemos el final de esa historia. Como también el final de esta llamada 2024 que recién comienza. Y en un año, cuando esperemos el 2025, se seguirán repitiendo los deseos de bondad, amor y paz, como una inútil letanía.

Y los dejo porque debo ir a encender unos fuegos artificiales adquiridos a unos traficantes de armas talibanes.

¡¡¡Chussss!!!

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