La Rubia Tarada

Calentamiento global y canibalismo

Con la llegada del mes de marzo, con el calentamiento global y la sequía que azota al planeta Tierra, las ideas para escribir esta columna se evaporaron como los glaciares de la Antártica. Le he dado vueltas a algún tema de interés mundial para poder comentar en este espacio de libertad e intolerancia, y nada de nada.

El vacío creativo llegó a mi cerebro y me dije ¿qué ha ocurrido por estos días que sea digno de destacar? Y comencé a hacer un repaso de acontecimientos: En Chile, el equipo de fútbol Colo-Colo perdió ante su archirrival por un gol a cero en su propia casa, después de 23 años. Esto provocó la euforia de los hinchas azules (Universidad de Chile) y. por supuesto, los festejos fueron llevados a cabo de manera ordenada. Secuestraron algunas buses urbanos con pasajeros desviando las máquinas de su recorrido habitual, asaltaron con cuchillos y armas de fuego a personas que caminaban por los alrededores del estadio donde se jugó el match y hubo además un muerto cerca de una botillería. Lo normal, nada extraordinario. Una vez más los chilenos que se hacen llamar los ingleses de Sudamérica dejaron en claro que no lo son en absoluto.

Por otra parte, el 11 de marzo se conmemoró en Argentina el mítico concierto del Indio Solari ante más de 300 mil personas. Un acontecimiento histórico que fue recordado por los fanáticos del aborigen con alegría y también nostalgia, ya que probablemente será un hecho que no se volverá a repetir en la historia del rock nacional.

Y, de pronto, saltó frente a mis ojos una noticia que me asombró. El abogado chileno Aldo Duque Santos, un conocido leguleyo en ese país, con un historial de casos faranduleros en sus carpetas, dijo a los medios que le había llegado una información donde se ponía en su conocimiento que en la capital del reino de Chile, en uno de sus barrios, se había realizado un acto de canibalismo.

En resumen, un grupo de malos asesinó a otros malos. Y luego hicieron cortes de carnicero a los cuerpos de los finados y procedieron a ponerlos sobre una parrilla para realizar un asado. Y, no solamente con eso, ofrendaron las carnes humanas asadas a quienes quisieran degustarlas. Los trozos que no fueron comidos por los humanos fueron repartidos entre los perros en situación de calle del sector.

Y bueno, con este hecho que haría palidecer al mismísimo Jeffrey Dahmer, de la serie de Netflix, que me imagino muchos de ustedes vieron, me retiro para ir a comer un exquisito plato vegetariano.

Chauuuuus.

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