La gira Ven Aquí de Los Bunkers terminó con la emoción a tope. No es sencillo que una banda chilena llene el Estadio Nacional. La última vez habían sido Los Prisioneros el año 2001. Pero lo que pasó este ultimo sábado y domingo, en el recinto de Av. Grecia, entró en la historia musical como uno de los eventos más imponentes de todos los tiempos.
Una producción a todo lujo. Una iluminación a nivel internacional. Una puesta en escena digna de los mejores espectáculos mundiales. Un sonido único. Invitados de lujo. Cada característica o cada análisis queda corto para evaluar, con palabras claras -sin caer en la idolatría barata-, la sólida y categórica presentación del conjunto de Concepción.
Los Bunkers trajeron el rock de vuelta. La reunión de los hermanos Mauricio y Francisco Durán; junto a los también hermanos Álvaro y Gonzalo López, más el apoyo estelar de Cancamusa en la batería -también toca con Mon Laferte-, fue total. La vuelta, tras un receso de más de 10 años, fue lo que la música chilena esperaba con ansías. Quizás más de lo que uno podía intuir.
La banda sacó un nuevo disco (Noviembre, 2023), con canciones que retratan el pasar de los años, las anécdotas de los amigos. Calles de Talcahuano o Bajo los Árboles, hablan de eso. De que la amistad derriba cualquier inconveniente del pasado. Y eso se ve en el escenario. Se les ve felices. Sin tapujos. Con miradas cómplices. Y eso el público lo percibe a la perfección.
Un show inolvidable
Es bastante impresionante ver a tanto niño en un espectáculo de rock. Los Bunkers son transversales. Tienen como público a menores de 10 años, como también fanáticos que sobrepasan los 50. Son más de 25 años de historia musical, con el impasse mencionado. El show partió con Ven Aquí, el tema que le dio nombre a la gira. Las luces y el fuerte sonido marcan la tónica del arranque.
Tras eso; Te vistes y te vas y Yo sembré mis penas de amor en tu jardín. Clásicos sólo para fanáticos. Miéntele, la cuarta canción de la noche logró el primer gran estruendo del público. La luna, tímida, se asomó brevemente para ver el show. El frío era intenso, pero no mermó las ganas de rockear.
Después vinieron Quien fuera, Bajo los Árboles y Ahora que no estás le dieron el paso a El Necio. Tras el cover a Silvio Rodríguez, llegó el momento más emotivo de la noche. Los cinco integrantes, con ponchos largos, al estilo Quilapayún, aparecieron al otro lado del escenario, en el memorial a los Detenidos Desaparecidos en Chile.
En dicho lugar, sagrado para los nacionales, interpretaron cuatro canciones, entre ellas El Detenido (2001), que fue parte del documental de Carmen Luz Parot llamado Estadio Nacional, que habla sobre los lamentables hechos ocurridos en septiembre de 1973. “Ayer (sábado) supimos que esta canción fue escrita para ser cantada en este lugar”, declaró Mauricio Durán, el segundo día de show.
Tras ese emotivo discurso de Durán, que mantuvo al público en un hermético silencio, la banda rápidamente volvió al escenario a interpretar Una nube cuelga sobre mí, donde “invitaron” a los personajes de la serie infantil 31 Minutos. Fue así como Guaripolo, Juanín, Tulio Triviño, Patana, Juan Carlos Bodoque, Policarpo y Mario Hugo se unieron en un coro celestial.
Otro momento alucinante fue durante las canciones En el mismo lugar, Tarde y Abril, todas del álbum Barrio Estación. Con el cantante Pedro Piedra como invitado, la banda además subió al escenario a un grupo de músicos con cello, violín, viola e instrumentos de viento, al mando del director Sebastián Jordán.
Bailando Solo (con un juego de luces espectacular), Miño, No me hables de sufrir y Llueve sobre la ciudad, fueron el corolario para una noche mágica en el Nacional. “Ojalá que no vuelvan a pasar 23 años para que una banda chilena llene nuevamente el Estadio Nacional”, dijeron los músicos tras el inolvidable show.