Es imposible internarse en los jubilosos años ochenta sin mencionar lo que significaron las visitas de The Police (1980) y Queen (1981). Luego de décadas sin poder ver un artista de auténtico relieve internacional, dos de las bandas más grandes -y generadoras de tendencias musicales- aterrizaron en el país. Todavía bajo la estricta guarda del gobierno militar, estos artistas y los espectáculos que presentaron, marcaron un antes y un después en la historia del rock en Argentina.
En febrero de 1981, la banda británica Queen realizó una gira por el continente latinoamericano que establecería el negocio de los conciertos internacionales de rock en la región. En nuestro país, la gira conocida como “The Game Tour” incluyó cinco shows en estadios de fútbol: tres en Buenos Aires, uno en Mar del Plata y otro en Rosario. Estos conciertos, los primeros de artistas de nivel global luego de muchos años, desataron una pasión nunca vista antes por un grupo musical.
Miles de fans siguiendo cada paso de la banda, persecuciones dignas de The Beatles y un fervor casi religioso en los conciertos, consagraron la relación única del público argentino con Queen. Las razones que justificaron semejante pasión fueron que: por primera vez llegaba al país una banda en su apogeo de éxito y popularidad. “The Game”, el álbum que caracterizaba la gira, era un éxito de ventas. Además, Queen desembarcó con el mismo show que presentaba en el primer mundo, con un impactante despliegue visual y sonoro. Y tres grandes músicos secundando a un frontman único como Freddie Mercury.
Tuve oportunidad de cubrir esta gira para una revista especializada, incluyendo varios encuentros personales como una cena en casa del presidente del club Vélez, donde se hicieron los shows en capital. Allí volvimos a conversar con un siempre dispuesto Brian May, el agradable Roger Taylor -con su onda rockstar-, el discreto John Deacon y Freddie, siempre a la defensiva cuando había periodistas cerca.
Todo esto ocurrió porque la dictadura se preparaba para un relevo de autoridades, cambiando el presidente. El nuevo general creía, a instancias de su hijo, que había que tener a la juventud contenida y en lo posible distraída. Por esa razón, cuando aún no había asumido, el general y su hijo realizaron una reunión con la banda, a la que concurrieron Mercury, Deacon, May y el manager Jim Beach. Ausente con aviso Taylor, que no tenía interés en reunirse con un dictador. Otro dictador, en realidad su esposa, impidió que la reina pasara por Chile. La esposa de Augusto Pinochet (Lucía Hiriart) vetó la presentación de Queen por considerarlos “un mal ejemplo para la juventud”.
En lo personal, había conocido a Queen tres años antes en Nueva Orleans, en la presentación de su álbum “Jazz”. Vimos el show y luego fuimos a la exclusiva fiesta “Noche de sábado en Sodoma”, la fiesta de los excesos más grandes del rock. Es una historia que prometo contarles, es picante…
Durante la semana que la banda estuvo en Argentina, monopolizó la atención de los medios, algo inédito para esa época. Fue una montaña rusa a la que todos querían subirse y que brindó momentos de alta emoción y situaciones surrealistas, con personajes como Antonio Gasalla y China Zorrilla en desopilantes entrevistas. En un momento se desató una demanda histérica para ver los shows: si no los habías visto estabas afuera del mundo y los que habían ido querían hacerlo nuevamente.
Queen hizo una visita histórica que fue mucho más que una gira musical y dejó un recuerdo imborrable de su paso por la Argentina de aquellos años, todavía bajo la sangrienta dictadura militar. Quedan en mi memoria las imágenes de cada una de esas noches, de multitudes cantando sus canciones, sorprendiendo a los propios protagonistas. El recuerdo de Brian May conmovido por la devoción del público hasta decir “ustedes son los campeones”. O Freddie, en una de las escasas charlas distendidas, diciendo “no me interesa ser una estrella, voy a ser una leyenda”.