El 2 de abril de 1982, los argentinos se desayunaron con la inesperada noticia: las tropas nacionales habían llegado a la Isla Soledad y tomaron la capital malvinense para rebautizarla como Puerto Argentino. “Inminente recuperación de las Malvinas” o “Euforia popular por la recuperación”, fueron algunos de los titulares de tapa de los principales diarios. La rendición del entonces gobernador británico el principio de la Guerra de Malvinas.
Durante el conflicto bélico, entre abril y junio de ese año, los interventores de las radios dieron la orden de no pasar música extranjera, en especial, en inglés. Esta medida fue apoyada por los oyentes que llamaban a las emisoras para protestar si se pasaban canciones en otro idioma. Lo extraño fue que varios artistas que habían sido censurados durante la dictadura, se convirtieron en los protagonistas.
Los productores y los sellos discográficos salieron a la búsqueda de material, en especial de una nueva generación que asomaba la cabeza. De esta forma, el rock nacional ganaba una popularidad fuera de su grupo de culto y llegaba a los principales medios de comunicación. Uno de los temas que más sonó fue “Solo le pido a Dios”, de León Gieco. Publicada en 1978, el cantante la compuso ante un conflicto por el Beagle y la posibilidad de una guerra entre Chile y Argentina.
La canción había sido prohibida por la dictadura militar, pero la situación cambió durante Malvinas. “Es algo muy desagradable, esa canción estuvo prohibida durante la dictadura y después cuando perdimos la Guerra de Malvinas la declararon de interés nacional. Me dio repugnancia por la gente que lo hizo”, contó Gieco hace un par de años.
Los otros artistas
Semanas antes del comienzo de la Guerra, Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro se despedían de los escenarios con Serú Girán. Aznar había decidido seguir su carrera y radicarse en Estados Unidos. Aquellas presentaciones quedaron registradas y vieron la luz bajo el nombre “No llores por mí, Argentina”, como uno de los temas de la famosa banda.
Por su parte, Charly y Lebón seguirían con sus carreras como solistas. El primero entraría a grabar en Panda y toda la sensación que experimentó García sobre la Guerra quedaría registrada en temas del álbum como “No bombardeen Buenos Aires”.
Ese trabajo lo presentaría el 26 de diciembre de 1982 en el estadio de Ferro ante 25 mil personas. En aquella presentación, Charly estuvo acompañado por varios de los integrantes de Los Abuelos de la Nada. Por otro lado, su compañero en Serú, David Lebón, lanzaba su tercer trabajo en solitario “El tiempo es veloz”, que se grabó en plena Guerra de Malvinas.
Mientras que Luis Alberto Spinetta presentaba su quinto disco de estudio llamado Kamikaze. El título resignificó su contenido, con canciones que el Flaco compuso entre 1965 y 1978 y que quedaron afuera de discos de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible o Spinetta Jade.
Nuevas voces
Dentro de las nuevas generaciones de músicos que aparecieron, Miguel Abuelo rearmó a Los Abuelos de la Nada en 1981 junto a Cachorro López, Andrés Calamaro, Daniel Melingo, Polo Corbella y Gustavo Bazterrica. En octubre vio la luz una placa con temas como “Sin Gamulán”, “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí” y “Tristeza de la ciudad”, entre otros. En su segundo álbum, publicados a fines de 1983, Los Abuelos incluyeron “Mil horas”, un tema compuesto por Andrés Calamaro y Marcelo Scornik, que se destaca con la frase “Yo tengo un cohete en el pantalón”, que mucho la relacionaron con la guerra.
Cuenta la historia que Los Twist, otras de las propuestas modernas de aquellos días, se formaron el 30 de marzo de 1982. Días antes del comienzo de la Guerra, Daniel Melingo -que tocaba el saxo con Los Abuelos de la Nada- se contactó con Pipo Cipolatti. Al poco tiempo, Melingo conoció a Fabiana Cantilo en un viaje en colectivo y le propuso sumarse al grupo. “Fue en un viaje en La Paternal y no me la olvido más, ahí me preguntó si quería ser la cantante”, recordó Cantilo.
Por aquellos meses de 1982 aparecían nuevas propuestas que llegarían a tener su lugar. Un italiano, Luca Prodan, arribaba al país desde Londres para escapar de los excesos, en especial del consumo de heroína. Ya en 1981, Luca junto a Alejandro Sokol, Germán Daffunchio y Stephanie Nuttal arrancaban con la historia de Sumo.
Por último, en el barrio de Núñez, en marzo de 1982, tres jóvenes ensayaban bajo el nombre de Soda Stereo marcados por el ritmo de la new wave. Gustavo Cerati y Zeta Bosio se habían conocido unos años antes, en 1979, en un aula de la Universidad del Salvador, cuando estudiaban la carrera de Publicidad. Charly Alberti llegaría por medio de una de las hermanas de Cerati.
Años después, en la presentación del trío en Viña del Mar, les preguntaron si habían surgido como consecuencia de la Guerra de las Malvinas. “No como causa de eso. Nosotros ya venimos trabajando, pero durante la Guerra empezaron a pasar en las radios música argentina y nosotros mandamos nuestro casete. Eso sirvió para que sea conocido. No me gustaría para nada que fuera un resultado de eso y no creo que lo sea”, dijo Cerati en la oportunidad.
Por último, durante el conflicto se hizo el Festival de la Solidaridad Latinoamericana en la cancha de rugby del club Obras Sanitarias. Los músicos más importantes del rock argentino estuvieron en el escenario: Ricardo Soulé, Edelmiro Molinari, Dúo Fantasía, Dulce 16, Pappo, Rubén Rada, Juan Carlos Baglietto, Piero, Zas (Miguel Mateos), Litto Nebbia, Spinetta, Nito Mestre, León Gieco, Charly García y David Lebón, entre otros.
Fuente: La Vila.