Con Pelo en la Lengua

Todo tiempo pasado fue mejor: Cronología de los inicios del rock argentino

Como ya se imaginarán, ya existe una “historia oficial” del rock argentino. Ese fenómeno cultural que arrasó con nuestras vidas, y nos impulsó a experiencias y destinos inesperados. Nuestro destino fue ser testigos y partícipes de la gestación -y desarrollo- de nuestra identidad musical. Más que un privilegio, fue la consecuencia de estar en el lugar y el momento adecuado, en mi caso: desde el periodismo. Un viaje fantástico en el que nos embarcamos con un incierto destino.

Para dar contexto: en febrero de 1970, impulsado por el surgimiento del rock cantado en castellano, se lanzó la revista Pelo. Era una sociedad en la que todavía tenía valor el desarrollo de una idea. Este medio se convirtió en un sólido referente del periodismo musical de aquellos años y, desde ahí, me permito contarles esta versión del surgimiento del rock argentino.

Nuestro relato comienza a mediados de los años sesenta cuando Argentina estaba gobernada por el Partido Radical, elegido democráticamente y acosado constantemente por poderes económicos y militares, a la usanza de aquellos años. La juventud local estaba tratando de digerir el fenómeno de la Beatlemanía (como se llamaba al fenómeno musical de The Beatles), que había pegado con insospechado impacto y estaba gestando una revolución planetaria de la que nadie quedaría ajeno. La conservadora sociedad argentina estaba siendo sacudida, en sus raíces, por un fenómeno completamente nuevo.

Por su parte, en Estados Unidos el pacifismo daba su gran batalla, mientras que el presidente Lyndon B. Johnson hacia bombardear Vietnam. En Inglaterra, The Beatles lanzaba otra bomba con la canción “Help” (el film y el disco), que tenía una versión no incluida en la película “Yesterday”. ¿Y los Stones? Para no ser menos, se despachaban con el single “(I Can’t Get No) Satisfaction”.

Cruzando el charco

En Buenos Aires sonaba el rock de los cincuenta y en la personificación de Bill Haley y del sorprendente Elvis Presley, sembraron la escena que una década más tarde tomarían por asalto los artistas locales. Fue en 1965 -un año fundacional- y en un modesto local dedicado al jazz, llamado “La Cueva de Pasarotus”, que se convirtió en el punto de encuentro obligado de nuestros primeros rockeros.

Allí, en un oscuro y asfixiante sótano, se presentaban artistas como Sandro y Los de Fuego, auténticos pioneros de la música de la época. También llegaban otros “desconocidos” como Moris, Litto Nebbia, Javier Martínez, Tanguito, etc.; para “zapar” (juntarse diversos músicos a improvisar) y, tímidamente, empezar a mostrar sus propias composiciones.

El local fue renovando sus artistas -alejándose del jazz- a medida que su público fue cambiando, ávido por participar de una revolución que no alcanzaban a definir con precisión, pero de la que querían ser protagonistas.  

A un par de calles de ese oscuro boliche, en la intersección de dos populosas avenidas, estaba el bar y pizzería La Perla, auténtico emblema del barrio de Once de aquellos años. La Perla fue el reducto donde nuestros jóvenes talentos deliraban cada noche y también creaban. Cuenta la leyenda que “La Balsa”. del grupo Los Gatos, considerado el primer himno del rock argentino, fue compuesta en el baño del local, a medias entre Litto Nebbia y Tanguito. Nebbia, quien venía de Rosario -ciudad rockera por tradición- y su banda de entonces Los Gatos Salvajes, habían lanzado en 1965 su primer álbum.

Es importante destacar que, desde un primer momento, la música creada en Inglaterra -por sobre la estadounidense- tuvo un impacto mucho mayor en los músicos argentinos. El movimiento empezó a expandirse y una ciudad costera, Villa Gesell, se convirtió en otro reducto favorito de hippies, rockeros y delirantes en general, que disfrutaban de cierto margen de libertad en esa playa atlántica.

El trío inmortal

Allí, el joven Moris Birabent tenía un local, llamado Juan Sebastián Bar, donde tocaba con su grupo: Los Beatniks. El nombre era en clara alusión al movimiento literario estadounidense de la época, integrado por escritores como Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. En 1966, y a instancias de reiteradas gestiones de Pajarito Zaguri, integrante de la banda y futuro líder del grupo La Barra de Chocolate, consiguen grabar un single, con los temas “Rebelde” y “No finjas más”, ¡cantados en castellano! 

Los Beatniks sorprenden con este single, pero aún más con la osada campaña de difusión. Se largan arriba de un camión recorriendo la ciudad y tocando la canción, para terminar bañándose en una fuente pública. ¡Puro rockanroll! Pero ya no nos gobernaba un presidente democrático. Ese año se inauguró un nuevo ciclo de dictadura militar y los músicos terminaron presos y censurados. “Rebelde” sólo alcanzó a vender algunos centenares de copias, pero quedó como el símbolo del incontenible surgimiento del rock argentino.

Un año más tarde aparece, en otro barrio de la populosa capital, el cuarteto Almendra. Y en 1968 lo hace el trío Manal. Junto a Los Gatos, estas tres bandas representaron la avanzada creativa más poderosa  del movimiento de rock en castellano de aquellos años. Los primeros álbumes de estos extraordinarios grupos, son obras musicales definitivas que abrieron el camino a todos los que llegarían más tarde.

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