Con Pelo en la Lengua

Sui Generis, sinfonía para adolescentes

Hubo un tiempo que fue hermoso. Y hubo un antes y un después de Sui Generis en la escena del rock argentino. Desaparecidas Almendra, Manal y Los Gatos, bandas fundacionales del movimiento, llegó la hora del recambio y Sui Generis fue el máximo protagonista del nuevo capítulo que inauguraba la década del setenta. Lo hizo con una música simple, influenciada por el folk rock estadounidense, con letras que por primera vez abordaban la problemática juvenil, en una época en que vivir sin culpa no era propio de nuestra generación y el mensaje paterno era responsabilidad y sacrificio.

Sui Generis llegó para cuestionar ese mensaje con sus canciones, pero también revolucionó el movimiento con la incorporación de las últimas tecnologías y un equipo de producción profesional, responsabilidad de Jorge Alvarez, que potenció su imagen y su música. Proveniente del mundo editorial literario -fue el primero que editó a Lacan en castellano en nuestro país-, Alvarez trabajaba en el sello local Microfón, y luego lanzó su propia etiqueta Mandioca. Fue, sin duda, uno de los personajes fundamentales de esta historia.

En 1972 descubrió a Sui Generis y no dudó en firmarlos. En ese momento de transición, el rock nacional se estaba inclinando hacia las tendencias musicales más complejas de la vanguardia británica, y Sui Generis llegó con sus frescas canciones pop, y produjo una arrolladora popularización que sacudió a los anestesiados medios de comunicación de la época. El país estaba -cuando no- gobernado por otra dictadura militar, guardia pretoriana de la moral y las costumbres de la época, cuando Sui Generis lanzó su álbum debut “Vida” en 1973. Once canciones de poco más de 33 minutos bastaron para marcar un hito en la historia, alternando temáticas románticas y personajes urbanos, algo naive pero también de una sorprendente intensidad lírica.

Discografía clásica

La producción fue de Alvarez, secundado por Billy Bond y los músicos de La Pesada del Rock, otro invento del hábil productor. La presentación, arreglada a último momento, en el festival B.A. Rock de 1972 y en la película del evento “Hasta que se ponga el sol”, presentando el hit “Canción para mi muerte”, fue el impulso perfecto para la masividad de la banda. Luego vendrían “Confesiones de invierno” (1973) y “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” (1974), dos álbumes que muestran la evolución compositiva e instrumental del dúo, que se mete a fondo en la situación institucional del país.

“Pequeñas anécdotas…” es un disco revolucionario que se metía con el matrimonio, la justicia y la censura, demasiado jugado para la intolerancia de la época. El álbum es censurado y Charly debe cambiar algunas de las letras a último momento en el estudio de grabación. Esta situación, más la sensación de que el público no acompaña la evolución de la banda hacia letras más comprometidas y cierta complejidad instrumental, derivó en el deseo de Charly de terminar con la banda. El mayor hit de la banda, “Canción para mi muerte”, al comienzo fue interpretada como una canción romántica cuando no lo era en absoluto.

Finalmente, el 5 de septiembre de 1975, Sui Generis se despide del público con dos conciertos en el mismo día en el estadio Luna Park, con entradas totalmente agotadas. Fue la primera vez que ocurría un fenómeno semejante, con una cuidada campaña de publicidad con la consigna “Adiós Sui Generis” que también sorprendió a los medios, completamente ignorantes del fenómeno musical.

Sui Generis dejó tres álbumes excelentes y varios hitos históricos. La despedida quedó inmortalizada en dos discos grabados en vivo y una película de los shows.

Para mí es el recuerdo de mi debut periodístico en la revista Pelo. Me encargaron el reportaje a un nuevo dúo acústico, y allá fui hasta los estudios Phonalex, un complejo dedicado al cine y la música. Antes de la entrevista, presencié la grabación del tema “Estación”, junto a Billy Bond, Alvarez y Alejandro Medina (ex bajista de Manal). Fue una nota convencional, a dos pibes que apenas superaban los 20 años, que prometían algo grande. Semanas más tarde, la nota aparecería en la edición 31 de la revista y por primera vez mi nombre en el staff de Pelo. Nada mal para un comienzo.

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